“Cumbia Morena Cumbia” nos habla de dos hombres de aproximadamente 40 años que han quedado anclados, literal y metafóricamente, en sus adolescencias de los años 60. Una pista de baile solitaria en donde se repiten incansablemente los temas musicales de la época, con los cuales los personajes no dejan de ensayar obsesivamente pasos y movimientos de baile, mientras esperan la llegada de un mítico contingente de mujeres bonitas con el cual han soñado desde siempre.
El espectáculo y los personajes son atravesados por el paso del tiempo y su negación, por aquellas cosas que no se hicieron en el instante preciso, por la amistad de dos hombres encerrados en su propio devenir y por la muerte como paso a otro estado de existencia.
PROXIMAS PRESENTACIONES DE LA COMPAÑIA
con el espectáculo:
"Y estoy vivo y contando...Juan Moreira"
En el ciclo TEATRO del PAIS en representacion de la ciudad de Lincoln en la sala Luisa Vehil del Teatro Nacional Cervantes el 17 de Diciembre a las 18hs.Y ESTOY VIVO Y CONTANDO… JUAN MOREIRA
Sobre el texto de Eduardo Gutiérrez.
Libro e interpretación: Diego Lovizio.
Dirección: Alejandra Rodríguez.
Con la salvedad de que está dirigido a niños mayores de 9 años, una sugerencia acertada, la Compañía el Desnivel sube a escena su nuevo trabajo y toma el riesgo de contar el mito de Juan Moreira al público infantil.
No siempre los creadores de espectáculos piensan en ese segmento de espectadores maduros para incorporar en su imaginario, una historia de su tierra, con final no feliz. En este caso, la de un criollo singular y de sus avatares con la justicia, de finales del siglo XIX.
Diego Lovizio, en su ambicioso rol de narrador – actor – titiritero, irrumpe en el escenario, portando un tamborcito que, al tocarlo, instala el clima folklórico necesario.
De a poco, presenta a los títeres, de estética graciosa, que ingresan inmediatamente en sintonía con los chicos. La técnica de barra es la elegida para esta versión y ofrece sus escollos a la hora de manipular: son de estructura pesada y se articulan desde arriba (en algunos casos, por detrás). Pero el titiritero se las ingeniará para que la apariencia pétrea de la figura que interpreta, exprese... más allá de su rigidez. Y será la voz –de logrados registros- la gran aliada para animar a sus criaturas y hacerlas creíbles, cuando aparezca alguna dificultad al manipularlas.
Sabido es que Juancito mal acaba por este proverbio popular de “quien a hierro mata... ”. Sabido es que lo traicionan, que comete el error de hacer justicia por mano propia, que “la autoridad” (ironizada
en la puesta por un conjunto de soldaditos de ‘obediencia debida’) se ensaña con él. Las escenas de muerte aparecen muy bien jugadas, desde la arena del absurdo. Y los chicos se divierten. Incluso, el propio titiritero se solidariza con sus títeres, prestándoles el facón en el medio de la contienda. Algunos, tienen una tratamiento estético interesante. Es el caso del Tata-viejo, tristemente desaparecido y luego, muerto.
Claramente la puesta hace guiños a chicos y grandes, en un tono ameno y desdramatizado. Pero lo destacable es que trae un Moreira que no ha muerto, y a viva voz cuenta una historia que es la suya y la nuestra.